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Ley MASC, La Reforma que te Obliga a Negociar Antes de Ir a Juicio

La Ley MASC en España (Ley Orgánica 1/2025) regula los “Medios Adecuados de Solución de Controversias”. Estos son mecanismos como la mediación, la conciliación, el arbitraje o la negociación, que se vuelven obligatorios antes de presentar la mayoría de las demandas civiles y mercantiles. El objetivo principal es agilizar la Justicia y reducir la saturación de los juzgados.

Concepto y Objetivo

Los MASC son mecanismos que permiten resolver disputas sin necesidad de acudir directamente a un juicio, favoreciendo acuerdos entre las partes de manera directa o con el apoyo de terceros imparciales. La obligación de intentar un MASC antes del proceso judicial busca mejorar la eficiencia del sistema y promover una justicia más rápida y menos costosa para todos.

¿Qué tipos de MASC existen?

  • Mediación: Diálogo facilitado por un mediador neutral. El acuerdo alcanzado necesita una homologación judicial para ser ejecutable.
  • Conciliación: Procedimiento voluntario que se celebra ante un letrado o un juez de paz. El acuerdo logrado otorga fuerza ejecutiva directa.
  • Negociación directa: Las propias partes y sus abogados buscan un acuerdo sin la intervención de un tercero.
  • Otros mecanismos: La ley también contempla la oferta vinculante confidencial, la opinión de un experto independiente, el derecho colaborativo o la justicia restaurativa.
Ley MASC

Ámbito de Aplicación y Excepciones

Los MASC se aplican a la mayoría de las controversias en el ámbito civil y mercantil, incluyendo conflictos transfronterizos.

Sin embargo, quedan excluidas materias como:

  • Laboral
  • Penal
  • Concursal
  • Litigios con entidades del sector público

Existen también excepciones a la obligatoriedad, como en casos de urgencia, protección de derechos fundamentales, menores en riesgo, procesos de filiación o ejecuciones de sentencias, entre otros supuestos específicos.

Tramitación y Formalización

Los procedimientos MASC son confidenciales. Los acuerdos a los que se llega pueden formalizarse en una escritura pública o ser homologados judicialmente para adquirir valor ejecutivo y poder ser impuestos si no se cumplen voluntariamente. Además, se fomenta el uso de medios telemáticos, especialmente para reclamaciones de menor cuantía.

Recomendaciones para Aplicarlo

  1. Evaluación previa: Antes de litigar, analiza si tu asunto está sujeto a la obligatoriedad de un MASC. Si es así, prepara desde el inicio una estrategia para abordar el mecanismo más adecuado.
  2. Documenta todo: Guarda un registro del proceso negociador: comunicaciones, actas de sesiones, propuestas enviadas y recibidas, interrupciones o falta de respuesta. Esto será clave para acreditar el intento de acuerdo ante el juzgado.
  3. Utiliza el PIMASC: La plataforma digital oficial (PIMASC) servirá para registrar y certificar electrónicamente que has intentado resolver el conflicto a través de un MASC.
  4. Busca asesoramiento especializado: No basta con una estrategia puramente contenciosa. El enfoque preventivo y negociador adquiere un nuevo peso, por lo que contar con expertos en resolución alternativa de conflictos es fundamental.
  5. Adopta una estrategia mixta: El MASC no sustituye la vía judicial cuando esta es inevitable, pero sí actúa como un filtro preliminar y una oportunidad. Prepárate para negociar, pero también para litigar si el acuerdo no es posible.

En resumen, la Ley MASC no es solo una reforma procesal, sino un cambio de paradigma en la resolución de conflictos en España. Fomenta una cultura de pacto y entendimiento, obligando a las partes a explorar vías de acuerdo antes de la confrontación judicial. Para los profesionales del derecho y las empresas, esto implica una adaptación estratégica: pensar en la negociación como primera línea de acción y ver el litigio como el último recurso. La clave del éxito residirá en la capacidad de combinar el rigor jurídico con las habilidades de negociación para navegar este nuevo escenario con eficacia.


Te invitamos a contactar con CASTRO-NARANJO INFANTE. Nuestro equipo de expertos está preparado para brindarte la asistencia necesaria y resolver cualquier duda que puedas tener. Puedes comunicarte con nosotros a través de nuestro formulario de contacto o llamando al 954869082.

¿Cómo afecta a las empresas la reducción de la jornada laboral de 40 a 37,5 horas?

El Gobierno ha planteado reducir progresivamente la jornada semanal ordinaria hasta las 37,5 horas. Aunque esta medida se presenta como una mejora para la conciliación de la vida laboral y personal, y para el bienestar de los trabajadores, implica importantes desafíos para las empresas. No se trata solo de trabajar menos tiempo, sino de reorganizar el modo en que se gestiona el trabajo. ¿Qué supone realmente este cambio en términos organizativos, económicos y estratégicos?

Costes laborales: ¿trabajar menos, costar más?

Reducir la jornada sin modificar la retribución implica un incremento del coste por hora trabajada. Este impacto puede traducirse en:

  • Necesidad de contratar más personal para cubrir el mismo volumen de trabajo, especialmente en sectores que requieren presencia continua.
  • Mayor recurso a las horas extraordinarias, que tienen un coste superior y pueden afectar al bienestar de los empleados a largo plazo.
  • Aumento de la presión sobre los presupuestos, con especial incidencia en las pymes o en las empresas que ya operan con márgenes ajustados.
  • Posible encarecimiento de los precios finales en sectores intensivos en mano de obra, lo que puede afectar a la competitividad si no se compensa con mejoras de eficiencia.
Organizacion del trabajo y productividad

Organización del trabajo y productividad

Una reducción de jornada obliga a revisar la forma en que se organiza el trabajo. Esto puede implicar:

  • Replanteamiento de turnos, horarios y secuencias de tareas.
  • Revisión de procesos para eliminar actividades redundantes o de bajo valor añadido.
  • Inversión en tecnología para automatizar tareas repetitivas o administrativas.
  • Cambios culturales: pasar de medir tiempo a medir resultados.

Lejos de ser un obstáculo, este reto puede transformarse en una oportunidad. En entornos bien organizados, menos tiempo no significa menos productividad. Puede ser justo lo contrario: cuando las tareas están bien definidas, los equipos alineados y las prioridades claras, trabajar menos horas puede traducirse en mayor concentración, mejor energía y menos pérdidas de tiempo. En definitiva, más resultados en menos tiempo, con un impacto positivo en la satisfacción y la fidelización del talento.

Impacto por sectores

El impacto de esta medida no será uniforme. Algunos sectores podrán adaptarse con mayor facilidad que otros:

  • Hostelería, sanidad, comercio: sufrirán un impacto mayor por la necesidad de cubrir franjas horarias amplias y continuas. La reducción de jornada podría suponer un incremento notable de plantilla o una reorganización compleja de turnos.
  • Industria: los sistemas de turnos ya existentes pueden facilitar la transición. Sin embargo, también deberán revisar su eficiencia operativa y los tiempos de parada.
  • Servicios profesionales y del conocimiento: adaptación más sencilla, gracias a estructuras más flexibles, mayor autonomía de los equipos y posibilidad de trabajo en remoto.
Como pueden adaptarse las empresas

¿Cómo pueden adaptarse las empresas?

Para amortiguar el impacto y transformar la obligación en ventaja, las empresas pueden adoptar diversas estrategias:

  • Rediseñar los procesos internos para eliminar ineficiencias.
  • Implementar sistemas de control y seguimiento del trabajo que pongan el foco en los resultados, no en la presencia.
  • Fomentar la polivalencia del personal y la colaboración interdepartamental.
  • Apostar por la digitalización de tareas administrativas, logísticas o comerciales.
  • Reforzar la formación interna para que los equipos trabajen de forma más autónoma y eficaz.
  • Negociar con los representantes de los trabajadores una implantación progresiva o flexible que se ajuste a las características reales del negocio.

Riesgo… u oportunidad

En resumen, la reducción de la jornada puede vivirse como un coste o como una palanca de transformación. Para algunas organizaciones supondrá un esfuerzo difícil de absorber. Pero para otras, puede convertirse en el impulso necesario para modernizarse, mejorar su eficiencia operativa, y diferenciarse como empleadoras atractivas en un mercado laboral cada vez más exigente.

La clave estará en anticiparse, planificar con rigor y acompañar el cambio con inteligencia organizativa. La flexibilidad, la inversión en tecnología y la orientación a resultados serán los factores diferenciales.


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