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¿Cómo afecta a las empresas la reducción de la jornada laboral de 40 a 37,5 horas?

El Gobierno ha planteado reducir progresivamente la jornada semanal ordinaria hasta las 37,5 horas. Aunque esta medida se presenta como una mejora para la conciliación de la vida laboral y personal, y para el bienestar de los trabajadores, implica importantes desafíos para las empresas. No se trata solo de trabajar menos tiempo, sino de reorganizar el modo en que se gestiona el trabajo. ¿Qué supone realmente este cambio en términos organizativos, económicos y estratégicos?

Costes laborales: ¿trabajar menos, costar más?

Reducir la jornada sin modificar la retribución implica un incremento del coste por hora trabajada. Este impacto puede traducirse en:

  • Necesidad de contratar más personal para cubrir el mismo volumen de trabajo, especialmente en sectores que requieren presencia continua.
  • Mayor recurso a las horas extraordinarias, que tienen un coste superior y pueden afectar al bienestar de los empleados a largo plazo.
  • Aumento de la presión sobre los presupuestos, con especial incidencia en las pymes o en las empresas que ya operan con márgenes ajustados.
  • Posible encarecimiento de los precios finales en sectores intensivos en mano de obra, lo que puede afectar a la competitividad si no se compensa con mejoras de eficiencia.
Organizacion del trabajo y productividad

Organización del trabajo y productividad

Una reducción de jornada obliga a revisar la forma en que se organiza el trabajo. Esto puede implicar:

  • Replanteamiento de turnos, horarios y secuencias de tareas.
  • Revisión de procesos para eliminar actividades redundantes o de bajo valor añadido.
  • Inversión en tecnología para automatizar tareas repetitivas o administrativas.
  • Cambios culturales: pasar de medir tiempo a medir resultados.

Lejos de ser un obstáculo, este reto puede transformarse en una oportunidad. En entornos bien organizados, menos tiempo no significa menos productividad. Puede ser justo lo contrario: cuando las tareas están bien definidas, los equipos alineados y las prioridades claras, trabajar menos horas puede traducirse en mayor concentración, mejor energía y menos pérdidas de tiempo. En definitiva, más resultados en menos tiempo, con un impacto positivo en la satisfacción y la fidelización del talento.

Impacto por sectores

El impacto de esta medida no será uniforme. Algunos sectores podrán adaptarse con mayor facilidad que otros:

  • Hostelería, sanidad, comercio: sufrirán un impacto mayor por la necesidad de cubrir franjas horarias amplias y continuas. La reducción de jornada podría suponer un incremento notable de plantilla o una reorganización compleja de turnos.
  • Industria: los sistemas de turnos ya existentes pueden facilitar la transición. Sin embargo, también deberán revisar su eficiencia operativa y los tiempos de parada.
  • Servicios profesionales y del conocimiento: adaptación más sencilla, gracias a estructuras más flexibles, mayor autonomía de los equipos y posibilidad de trabajo en remoto.
Como pueden adaptarse las empresas

¿Cómo pueden adaptarse las empresas?

Para amortiguar el impacto y transformar la obligación en ventaja, las empresas pueden adoptar diversas estrategias:

  • Rediseñar los procesos internos para eliminar ineficiencias.
  • Implementar sistemas de control y seguimiento del trabajo que pongan el foco en los resultados, no en la presencia.
  • Fomentar la polivalencia del personal y la colaboración interdepartamental.
  • Apostar por la digitalización de tareas administrativas, logísticas o comerciales.
  • Reforzar la formación interna para que los equipos trabajen de forma más autónoma y eficaz.
  • Negociar con los representantes de los trabajadores una implantación progresiva o flexible que se ajuste a las características reales del negocio.

Riesgo… u oportunidad

En resumen, la reducción de la jornada puede vivirse como un coste o como una palanca de transformación. Para algunas organizaciones supondrá un esfuerzo difícil de absorber. Pero para otras, puede convertirse en el impulso necesario para modernizarse, mejorar su eficiencia operativa, y diferenciarse como empleadoras atractivas en un mercado laboral cada vez más exigente.

La clave estará en anticiparse, planificar con rigor y acompañar el cambio con inteligencia organizativa. La flexibilidad, la inversión en tecnología y la orientación a resultados serán los factores diferenciales.


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