Albania acaba de escribir una página inédita: nombró a Diella, una inteligencia artificial, como ministra virtual encargada de las contrataciones públicas. No es ciencia ficción, sino política real.

¿Quién es Diella?
- Diella comenzó su vida pública como asistente virtual en la plataforma estatal e-Albania, donde atendía peticiones ciudadanas, emitía documentos digitales, ofrecía servicios administrativos.
- En septiembre de 2025 fue oficialmente nombrada “Ministra de Adquisiciones Públicas” por el primer ministro Edi Rama.
- A diferencia de una ministra humana, Diella no tiene ciudadanía, ni ambiciones personales. Su “discursos” se transmiten mediante pantalla, su avatar viste traje tradicional albanés, y sustituye funciones administrativas, no políticas.
¿Por qué lo hizo el gobierno de Albania?
- Luchar contra la corrupción en las licitaciones públicas, un problema persistente allí.
- Mejorar la transparencia, rapidez y eficiencia en los procesos administrativos.
- Demostrar innovación tecnológica como parte de la estrategia nacional hacia convertirse en miembro de la Unión Europea para el año 2030.
Críticas y dilemas inevitables
No todo es entusiasmo. Este experimento genera preguntas urgentes:
- Constitucionalidad: la oposición afirma que una IA como Diella no está reconocida en la Constitución, pues no posee derechos ni responsabilidades de persona.
- Supervisión humana: ¿quién supervisa a Diella? ¿cómo se evitan manipulaciones, sesgos o malas prácticas ocultas bajo la tecnología?
- Expectativas vs realidad: si bien se promete “licitaciones 100 % libres de corrupción”, algunos dudan de que solo la IA pueda eliminar dinámicas humanas de poder, favoritismos o intereses políticos.
Lo que podemos aprender
Aunque Albania está haciendo algo muy particular, el caso de Diella ofrece lecciones útiles para cualquier país, empresa o institución que piense en incorporar IA en tareas críticas:
- Diseño consciente: definir los límites del rol de la IA, qué decide la máquina, qué sigue siendo responsabilidad humana.
- Transparencia total: publicar algoritmos, criterios de decisión, métricas de desempeño. Si la IA evalúa licitaciones, el proceso debe ser claro.
- Supervisión y garantía legal: normas y estructuras de responsabilidad que aseguren que la IA no se convierta en adorno ni máscara.
- Aceptación ciudadana: no basta con que el gobierno lo apoye; necesitan explicarlo bien, demostrar utilidad, mitigar miedos.
Diella no sustituye humanos, pero sí redefine cómo interactúan la política, la tecnología y la ciudadanía
¿Estarías cómodo con que una IA decida sobre concursos públicos, autorizaciones o licitaciones en tu país o empresa?
¿Dónde ves el límite entre asistente tecnológico y decisor (autónomo) en estos casos?
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